martes, 17 de octubre de 2017

Sábado 25 de noviembre a las 17.30

Invitado especial: Daniel Molina.
TODO LO RECAUDADO SERÁ DONADO AL HOGAR DE NIÑOS "LA CASONA DE LOS BARRILETES".

lunes, 28 de agosto de 2017

viernes, 18 de agosto de 2017

Bendición, por Vivi García.

  
  Salí de la escuela en el corte del mediodía. Iba apurada, inquieta, poniendo mi mirada pequeña en las baldosas sueltas, la basura fuera de lugar, un cable caído... De pronto escuché la música de un saxo. Provenía del túnel del tren de la estación Floresta. Descendí cinco escalones y ahí estaba: un joven músico interpretando su arte. 
   
   Después de poner algo de dinero en la funda del instrumento, me senté en el piso, cerré los ojos y me fui detrás de cada melodía.
       A las trece volví a mi trabajo. Me sentía renovada, liviana, como regresando de un viaje. Había almorzado música.

sábado, 29 de julio de 2017

Ella y Johann Sebastian por Vivi García


   Ella y Johann Sebastian por Vivi García

Mientras revisaba el FB, justo al lado de la computadora, entre el mouse (todavía lo uso, ja!) y unos libros que aguardan ser leídos, se ubicó Roberta, mi gata, mezcla de bosque en estado salvaje y criatura angelical. La observé y admiré su belleza una vez más; su serenidad, su cuerpo ágil hecho una bolita. Ella conoce mis silencios, y estoy segura que le gusta Bach. Los violines impregnaron el ambiente, y eso fue todo: una postal de una mañana de sábado. El milagro de lo cotidiano.

jueves, 27 de julio de 2017

¿Venís?


Y la infancia, ¿dónde está? por Vivi García

   De chica solía quedarme a dormir, con mi mamá, en la casa de mi abuela. En su habitación ella tenía encendida una vela dendro de un vasito de vidrio, una Virgencita de Luján con una pequeña lamparita y un reloj despertador a cuerda. Todo sobre su mesa de luz de madera y mármol. Sin duda era una habitación especial para mi, con ese clima casi místico. Pero lo que realmente me cautivaba era el tic tac del reloj despertador a cuerda. Hasta que el sueño llegaba yo lo escuchaba atentamente. Sabía a música de grillo, a canto de río, era una especie de mantra rítmico y armonizador.
   Muchos años pasaron desde que comencé la búsqueda de un reloj a cuerda que cantara igual al de mi abuela siciliana del barrio de Mataderos. Pero ya las pilas lo habían invadido todo.
   Hasta que un día, en una vidriera de una antigua relojería descubrí un despertador a cuerda color celeste.
   Ya no están la abuela ni mamá, pero un pedazo de infancia se hace presente cada noche en mi cuarto de mi pequeño departamento de Floresta gracias al reloj.
Un tic tac cantarín llena el espacio de luz, esa luz que proviene, sin duda, de la velita y de la Virgen de Luján de mi abuela Anunciatta.




domingo, 23 de julio de 2017

Un viaje gracias a la Palabra

   Seguramente a los colegas narradores les sucede algo similar, un fiesta sucede en el cuerpo mientras contamos. Algo parecido a espiar por la ventana la vida de los personajes de los cuentos para poder hablar de ellos. Un "me fui pero estoy". Cosa tan linda como extraña. Esa sensación no se va así nomás, ¡no!, dura,  y eso es hermoso. Uno se queda por un rato, después de la contada,  con un aleteo de mariposas en el pecho, con una energía diferente en las piernas (como si se cambiara el andar terrestre por el vuelo), una bella excitación en todo el cuerpo sin duda producto de ese trance que es contar una historia. Personalmente creo que la causa es el viaje que generan las palabras mientras brotan como flores de la boca y el alma del narrador oral.
   Elisa Vázquez y yo llevamos adelante el ciclo HISTORIAS ROBADAS, desde el 2005 aproximadamente. En la actualidad, en La Forja, en Flores, cada cuarto sábado del mes. Y ambas sentimos lo mismo en cada "contata", un entusiasmo parecido al que sentíamos de jovencitas antes de ir a un baile, o a una fiesta. Elegimos los cuentos, la ropa, las lecturas previas, y llegamos al lugar de la cita con la emoción del comienzo. ¡Eso es fabuloso! No perder ese movimiento interior que nos hace dudar, temer, disfrutar, poner la voz y el cuerpo para soltar la historia desde lo más profundo del Ser.
   La mirada y el silencio de los escuchadores merecen un comentario aparte. Sin ese convivio no habría fiesta, ni baile, ni encuentro... Gracias por hacerlo posible.